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viernes, noviembre 24, 2006

El Tango: un paradigma cultural


El Tango es, como otras, una institución que hace referencia a los hechos culturales paradigmáticos del Río de la Plata. No en vano, se ha tratado en los últimos tiempos, explicar y dar un marco teórico a la actual “recuperación” del tango como baile representativo de una identidad nacional. El Tango existe y reaparece con un furor que se desconocía anteriormente y presenta batalla frente a otros ritmos y otros bailes, que en la época de su mayor auge no existían y más aún, con herramientas propias de una sociedad mediática que tampoco antes se podía ni tan siquiera predecir. Por eso, para intentar una explicación de lo que significa el Tango son necesarias distintas lecturas, que en definitiva van a reunirse en una final: “el Tango es un sentimiento que se baila”.


Poco es lo que se sabe acerca de sus orígenes, sí que fueron turbios, de malandraje y de duelos a cuchillo. Así lo expresan las letras y la infinidad de historias que remontan la memoria y llegan a la actualidad con inusitada inocencia. Pero del cómo y del cuándo comenzó, nadie da certeza. Este desconocimiento lo emparienta con otro paradigma, el del gaucho, que según dicen que alguien escuchó de otro que le pareció haber conocido uno. La lingüística parece encontrar sus inicios, importado por la negritud esclavizada que recaló en estas playas como mano de obra barata y que era una danza que disimulaba aprontes para futuras luchas libertarias.
Otra lectura, más ligada a los arquetipos de Jung, indicaría que el recorrido espacial que efectúan los bailarines recuerda a un “mandala”, explicando así la profunda conexión entre ellos, ligados en torno a un “axis mundi”. Como danza, no deja de ser una respuesta válida y contundente a la propuesta individualista que se propone desde la globalización “líquida” que abordan las actuales corrientes de la Sociología. Esto se nota muy claramente si tenemos en cuenta que, otra vez son las grandes ciudades, las que asumen con mucha avidez el desafío de ese encuentro de a dos, al compás del 2 x 4. De esta forma otra vez, cumple con la naturaleza porteña y tuvo que irse para volver con la gloria y el reconocimiento que otorga el éxito fuera de sus fronteras.
Más allá de toda explicación posible, sigue siendo uno de los paradigmas culturales nacionales, como aquel otro que remite a Carlos Gardel, el del gran cantor, al que se lo conoce por “el mudo” y que aún después de muerto, “cada día canta mejor”.

Diciembre de 2006 Víctor Kaniuka

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jueves, noviembre 09, 2006

José Emilio Burucúa, un comentario a la exposición

escultango-Variaciones

“Hace más de dos años ví las primeras obras de la constelación artística que hoy presenta Víctor Kaniuka. Se trataba apenas de una talla en madera y de una taracea, pero ya entonces se adivinaba la energía significante y emocional de esas figuras sin cabeza, hechas de cuerpos abrazados y de miembros atravesados por un efecto extraño y paradójico de dinamismo que, más que expandir brazos y piernas hacia el espacio circundante, parecía ejercer sobre ellos una fuerza centrípeta alrededor de cierto centro ubicado, tal vez, en medio de las caderas fundidas por la danza. Había allí una forma tan densa y compleja como la de un ideograma o la de uno de aquellos símbolos que la cábala y la teurgia del Renacimiento consideraron talismanes, capaces de conmover el cuerpo y el alma de sus contempladores al punto de dejarlos en suspenso, ensimismados y dispuestos para una experiencia extática. Ha transcurrido el tiempo y Víctor desplegó misteriosamente, sin alterar la organización de las tensiones ni los elementos plásticos presentes en ese signo visual del baile, todas las posibilidades estéticas de su hallazgo. Lo hizo mediante la transposición de materiales, de técnicas, de texturas y juegos dimensionales, de tal modo que la fórmula expresiva del tango por él creada se sitúa o participa de todos los mundos por donde han transitado la experiencia y la imaginación de los hombres: el cemento evoca la mineralidad de los infiernos y las entrañas de la tierra, las tallas directas nos recuerdan el impulso vegetal de la vida, las taraceas representan la transfiguración aérea de los árboles en sus ramas y sus hojas, las imágenes de las pinturas suscitan con particular intensidad el fenómeno desmaterializado de la sensibilidad visual que compartimos con los animales, los collages de cartón y telas sirven a modo de ecos de la industriosidad humana y colocan al mismo tiempo, gracias a la tela a lunares de un fondo, nuestra danza entre las estrellas.”

Noviembre de 2006

José Emilio Burucúa